Hay casas modernas, clásicas, vintage, están las casas de instagram y las cancheras, pero hay otras casas que enamoran. Estas últimas son las casas en las que al cruzar la puerta, el aroma de la última horneada te recibe y envuelve. Los muebles no son los de última moda pero son nobles como pocos. Los sillones se ven gastados por siestas eternas y los pisos marcados por corridas divertidas. Son casas decoradas con encanto y dedicación. La vajilla nueva y la de la abuela encajan sobre la mesa como piezas de rompecabezas y le dan un toque especial a esas recetas que pasaron de generación en generación. Casas donde a pesar del ruido y del bullicio se respira paz. Lugares donde la energía fluye y circula por todos los rincones. Allí donde las flores frescas transmiten el sentido de la vida y vislumbran el futuro de lo que vendrá. Los objetos que decoran no son puestos al azar sino que cada uno cuenta una historia graciosa, de amor, de viajes, o de lugares increíbles. Son casas que parecen de cuento o sacadas de alguna película de Netflix.
Yo quiero que mis cosas sean como un pequeño granito de arena en esos hogares que están dispuestos a recibir a su familia y amigos con los brazos abiertos y con esa calidez que enamora y perdura por siempre en la memoria y en el alma.
¿Y por qué Becken?
Muchos me preguntan por qué se llama Becken este pequeño emprendimiento. No es un nombre de fantasía. Tampoco es un juego de letras con mi nombre, sino que es una pequeña sorpresa que descubrí un par de años atrás. En esa oportunidad estábamos viajando en auto por Suiza. Como teníamos que pasar la noche en algún lugar del camino, vimos el mapa y decidimos parar en un lugar llamado Beckenried. Mientras buscábamos donde cenar, vi unos toldos sostenidos por unas ménsulas de hierro y una vidriera llena de cosas en color blanco que llamaron mi atención. Paramos y sin importar el frío, bajé a ver lo que había allí. Era un local todo lleno de lucecitas que lo iluminaban y quedé encantada con ese pequeño universo de cosas que parecían sacadas de un cuento. A la mañana siguiente fui directo a ese negocio. Todo lo que había era tan lindo que no sabía con qué quedarme. No me alcanzaban los ojos para ver todo y elegir qué llevar. Es así que Beckenried no me enamoró únicamente por la belleza del lugar, si no que esa noche encontré el negocio más encantador del mundo. Y Becken quiere también formar parte de ese universo de cosas encantadoras hechas una por una con amor y dedicación.